La presencia de un nódulo en el cuello suele ser la primera señal de alerta de la presencia de cáncer de tiroides, el cual si es detectado a tiempo y con adecuado tratamiento tiene un pronóstico favorable.
En el marco del Día Mundial del Cáncer de Tiroides, que se conmemora hoy 24 de septiembre, es necesario mencionar que la prevalencia de esta patología ha aumentado en Chile y el mundo en los últimos 30 años. Las cifras son elocuentes, una de cada dos mujeres sobre los 50 años presenta un nódulo, y entre el 5 y 10 por ciento de estos corresponden a un cáncer.
Desde el Hospital Claudio Vicuña, la referente oncológica del centro asistencial, doctora Ximena Parada Debia, informó que para determinar si éstos son malignos se considera una serie de factores como historia clínica; examen físico; estudio de imágenes y microscópicos de tejidos o análisis histológicos, para así determinar si se trata de un cáncer o de un caso sugerente.
La especialista indicó que los pacientes pueden llegar con síntomas, como la presencia de un nódulo de consistencia firme que crece rápidamente, cambios asociados como disfonía y/o la constatación de ganglios aumentados de tamaño junto con el nódulo, o bien, ser diagnosticados cuando estaban en estudio por otra patología.
En estos casos, el Hospital Claudio Vicuña deriva a estos pacientes a los hospitales Eduardo Pereira y Carlos Van Buren, donde son atendidos por endocrinólogos. Según las estadísticas locales de la unidad de oncología, a la fecha ya han sido derivados cinco usuarios en lo que va corrido del año.
Es en este nivel de atención donde el paciente debe efectuarse una ecografía de tiroides, para que según las características imagenológicas, se decida hacer o no una punción, para el posterior estudio histológico y definición de los pasos a seguir: desde observación clínica y ecografía, a repetición de la punción o cirugía.
Tipos de cáncer de tiroides
Carcinoma papilar: Aproximadamente ocho de cada 10 cánceres de tiroides son carcinomas papilares. Por lo general, crecen muy lentamente y se dan sólo en un lóbulo o parte de la glándula tiroides, pese a que algunas veces se presentan en ambos lóbulos y pueden propagarse a los ganglios linfáticos. Suelen tener un pronóstico favorable.
Carcinoma folicular: Es el segundo tipo más común de cáncer de tiroides, con alrededor de 10 por ciento de los casos. A diferencia del carcinoma papilar, los foliculares por lo general no se propagan a los ganglios linfáticos, aunque algunos se pueden irradiar a otras partes del cuerpo, como los pulmones o los huesos. En la mayor parte de los casos tiene también un pronóstico auspicioso.
Carcinoma anaplástico: Es una forma poco común de cáncer de tiroides, representando alrededor del dos por ciento de todos los casos. Es agresivo, invade rápidamente el cuello, se propaga a menudo a otras partes del organismo y tiene un pronóstico reservado.
Carcinoma medular: Es un cáncer que se origina en las células parafoliculares que se encuentran en el tejido tiroideo. Son tumores neuroendocrinos que requieren un tratamiento quirúrgico agresivo. El 20 por ciento de los casos se asocia a otras enfermedades endocrinas y uno de los aspectos más relevantes es que en este último grupo, la enfermedad se produce por una mutación genética conocida (proto oncogen RET). Su estudio es obligatorio ya que, de estar presente, está indicada la tiroidectomía profiláctica, es decir los familiares del enfermo deben someterse a esta intervención aunque no tengan síntomas, dado que el 100 por ciento de los portadores de esta mutación desarrollarán un carcinoma medular de tiroides.
Tratamiento
Ante la presencia de cáncer o de una lesión altamente sospechosa, el procedimiento es extirpación total de la glándula.
Si bien se puede vivir sin tiroides, no se puede subsistir sin las hormonas que esta glándula produce. Por ello, tras la cirugía estos usuarios deben consumir suplementos hormonales según prescripción del especialista.
